Mariano Asla: “El transhumanismo, una ideología peligrosa para la humanidad”

El filósofo argentino y docente de la Maestría de Humanidades de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Mariano Asla, explica los riesgos del transhumanismo que plantea la modificación del cuerpo humano con ayuda de la tecnología.

Usted dio una entrevista al grupo Educar de Chile. Dejó una frase que llamó la atención: “la tecnología ha comenzado a colonizar nuestro cuerpo para convertir al hombre en una especie transhumana”. Es algo que preocupa. ¿Por qué?

La tecnología estuvo siempre con la especie humana. De alguna manera, el ser humano crece al amparo de un “paraguas tecnológico” que amortigua la influencia del medio sobre nosotros. (…) En ese sentido, una primera etapa de evolución de la especie humana implicó una modificación del entorno en el cual vivimos.

En esa primera etapa, la acción del hombre sobre el medio fue bastante evidente. Sin embargo, la cultura y la técnica han intervenido en la conformación de nuestro propio cuerpo (…) y ahora lo que introducen las nuevas tecnologías es la capacidad de modificar radicalmente la constitución biológica.

Por ejemplo, la nanotecnología o la biotecnología plantean la posibilidad de alterar el cuerpo. En algún caso, para lograr mejorar y llevar las capacidades humanas más allá de lo natural o para producir el desarrollo de capacidades nuevas, no propias de nuestra especie.

Me parece que en esta carrera lo que está en juego es la continuidad de lo que somos. En el fondo, uno podría decir que la tendencia al progreso es muy humana. Pero, esa tendencia al progreso y al satisfacer deseos puede pagar el precio de prescindir de la corporalidad o de intentar superarla.

En cierto sentido, es lógico, que el ser humano le tenga temor a la muerte y al proceso de envejecimiento. No obstante, no sería lógico prescindir del cuerpo biológico por eso. Daríamos lugar a una nueva especie, con la cual no podríamos identificarnos. Sería como obtener la inmortalidad al precio de dejar quiénes somos. Sería la inmortalidad de otro y no la propia.

¿Entonces el transhumanismo busca empujar los límites de las capacidades humanas y crear una generación de superhumanos?

Sí, el transhumanismo plantea la constitución de una especie transicional, en la cual los límites entre lo biológico y lo artificial se acentúan como una especie de colonización de lo artificial sobre el territorio biológico humano.

El reemplazo de los órganos por artefactos o medios instrumentales que cumplan mejor este tipo de funciones sería un ejemplo inicial. Pero, este movimiento pretende ir mucho más lejos, es decir pretende realizar acciones terapéuticas o ralentizar el proceso de envejecimiento.

El transhumanismo plantea la necesidad de modificar el cuerpo para cumplir todos los deseos humanos. Cuando ellos dicen ‘deseamos ser mejores, más inteligentes, más longevos, pero nos topamos siempre con el mismo obstáculo: nuestro cuerpo’, lo que ellos plantean es la posibilidad que las tecnologías den lugar a una nueva especie humana en la cual lo biológico vaya cediendo progresivamente a lo artificial.

¿El uso radical de la tecnología implicaría el fin de la raza humana como la conocemos?

Los autores proponen distintas cosas. Para unos no, para otros sí. Los primeros se denominan biomejoradores. Ellos postulan que es posible la utilización de estas nuevas tecnologías en el marco de la continuidad de lo humano. Para los segundos,  que podríamos decir que son los transhumanistas más radicales, plantean la necesidad de dar lugar a una especie de seres personales poshumanos, posbiológicos. Con ello, pretenden la modificación del cuerpo biológico como lo conocemos.

En los horizontes más extravagantes o estrafalarios, estos autores plantean la necesidad de cargar la mente humana, codificarla, como si fuera un programa de computadora y ponerla en soportes no orgánicos. Según ellos, el deseo de inmortalidad humana, es demasiado profundo como para poder ser contenido dentro de un envase biológico.

Insisten en “tomar” la conciencia humana y depositarla en un envase distinto. Obviamente lo que está en juego es la continuidad de la identidad de lo que somos y la paradoja sería, ¿se puede mejorar tanto a una persona cumpliendo sus deseos, que deje de ser ella misma? Entonces no habría una mejora, sino una transformación. Simplemente reemplacé una cosa por otra.

En esta corriente hablan mucho de los ciborgs o colocar la mente en una computadora

Exacto. Los ciborgs son un escenario posible para los autores más radicales. Se trata de un proceso intermedio de cara a la fase final, que sería directamente clonar la mente humana para transformarla en una especie de programa de computadora. Todo eso me parece especulativo o, más propiamente,  irrealizable.

Lo que sí me resulta muy interesante reflexionar en torno a la pregunta que nos propone el transhumanismo, frente al consorcio con lo artificial que, es cada vez más fuerte,  es tener que distinguir y discernir qué queremos conservar.

Pongo un ejemplo, muchos de los temas transhumanistas son muy lejanos en el tiempo, pero las técnicas de reproducción asistida, que muchas veces reemplazan el acto conyugal, como origen de la vida humana; la perspectiva de género, entre otras, son prácticas del mundo contemporáneo y tienen un espíritu claramente transhumanistas.

Son de un espíritu, de una antropología, en la cual lo corpóreo no forma parte de la identidad de lo que somos. Por eso, muchas tesis son exageradas, algunas irrealizables y otras extrañamente muy contemporáneas y nos obligan a reivindicar el valor de lo corpóreo (…).

Pero si esta ideología se hiciera popular ¿no cree usted que tendría una aceptación social?

Es una ideología que tiene mucho atractivo. Parece muy humana porque el ser humano, en cierto sentido, quiere progresar. Lo que advertimos aquí es que la exageración o hipertrofia de los deseos humanos pueden llevarnos a la paradoja, la contradicción o incluso a la aniquilación de la propia identidad.

Mariano Asla, docente de la Maestría de Humanidades de la San Pablo.

Tecnología y humanidades

Por otro lado, ¿por qué se debe estudiar Humanidades cuando hay una tendencia mayor a las carreras de ingeniería o tecnología?

La inclinación a carreras técnicas o tecnológicas es porque hay mucha necesidad de esos puestos de trabajo. La tecnología se ha aplicado a todos los ámbitos de la vida humana, entonces, demanda una gran cantidad de personas. (…)

Pero para que un proceso o una innovación constituya un mejoramiento en un sentido humano pleno, tiene que ver con cómo valoramos las cosas y eso exige una cosmovisión más amplia, que se da en el terreno de las humanidades.

Si uno quiere prepararse para evaluar el futuro, por ejemplo, una buena cosa sería conocer la historia, conocer más profundamente al ser humano, así podré saber qué de lo que me promete la tecnología puede ser positivo o no.

En un tiempo donde la influencia de la tecnología es cada vez mayor, el papel de las humanidades me parece cada vez más relevante. Entre otras cosas, porque las humanidades en cierto sentido son contraculturales. La tecnología tiene características maravillosas y las humanidades exigen concentración, silencio, escucha, docilidad, aprender humildemente los errores del pasado. Me parece que eso complementa ciertas habilidades prácticas.

Por otro lado, muchos chicos que comienzan estudiando carreras técnicas terminan ejerciendo cargos de dirección de personas. Para dirigir personas, lo que tiene que hacer es bucear en el conocimiento humano. No lo veo tanto como campos antagonistas, sino como campos distintos, pero complementarios. Un jefe que conozca la historia tomará mejores decisiones.

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