¿Sabía usted que la mayoría de edificaciones, están diseñadas para que sufran algún daño ante la ocurrencia de un sismo? Sí, es por ello que se presentan fisuras y grietas en los elementos estructurales, para liberar la energía del movimiento telúrico. Controlar estos daños es un proceso complejo y por eso en ocasiones, cuando no se cumplen los criterios mínimos de la norma técnica, las construcciones terminan colapsando.
Entonces, ¿qué se puede hacer para atenuar el impacto de un movimiento sísmico en zonas como el sur del Perú, donde hay un alto nivel de sismicidad? La tecnología de aislamiento sísmico, es una buena alternativa y poco conocida, pese a que su implementación en el mundo data desde 1985.
En opinión del docente de la maestría en Ingeniería Estructural de la Universidad Católica San Pablo, Enrique Simbort, el aislamiento sísmico “permite desacoplar la estructura del suelo”, de tal forma que no trasmita la energía liberada por el sismo y no solo evita daños internos en la edificación, sino que garantiza que esta siga operativa.
“Esta tecnología disminuye la intensidad de un sismo, de dos a tres veces. De tal forma que, si aún el movimiento es muy fuerte, la infraestructura no colapsará y seguirá funcionando”, explicó. Pero no solo eso, si esta tecnología es usada de manera efectiva se puede generar un ahorro de hasta 30% en términos de materiales (acero y concreto).
La estimación más modesta en cuanto al ahorro, oscila entre 5% a 15% y en el peor de los casos, la edificación terminará con el mismo costo proyectado en el sistema de construcción convencional, pero se logrará una ventaja muy importante: la edificación no se dañará ante un sismo severo.
¿En qué casos debe usarse?
Según el especialista en Dinámica Estructural y Sistemas de Protección Sísmica, el aislamiento sísmico es muy útil en la construcción de colegios, hospitales, edificaciones industriales y multifamiliares.
“En el caso de construcciones de más de cinco niveles, el costo del sistema de aisladores, sería igual al de una construcción común, donde se usan columnas robustas y placas, pero si aíslas la estructura no será necesario reforzarla y ahí se genera el ahorro”, detalló.
Enrique Simbort, sostuvo que en el país falta una política de Estado que ayude a promover el uso de la tecnología sísmica en todo tipo de construcción.
En este momento solo es exigible en el caso de hospitales de alta complejidad, por la necesidad de mantenerlos operativos después de un sismo, así como por la fragilidad y sensibilidad de los equipos médicos que utilizarán.
En el caso de Arequipa hay tres casos de proyectos constructivos donde se empleó esta tecnología, dos vinculados a servicios hospitalarios y uno con fines administrativos.
Simbort, sostuvo además que esta se puede usar en cualquier tipo de construcción. La única restricción es que sea diseñada por un profesional capacitado en su desarrollo y que cuente con la asesoría necesaria para ello.
Cultura constructiva
En general, su uso depende mucho de la cultura constructiva. En nuestro país está muy extendida la instalación de columnas robustas y placas para evitar el colapso de las construcciones ante la ocurrencia de sismos, mientras que en Japón se “aíslan” edificaciones de distintas características.
En ese sentido Enrique Simbort, recomendó a los profesionales vinculados a la industria de la construcción, capacitarse en el uso de estas nuevas tecnologías que van acorde a las tendencias mundiales.
Otro aspecto que propicia una percepción errónea en relación a los altos costos de los aisladores sísmicos, que son diseñados de acuerdo a las características de la edificación que “protegerán”, es la limitada participación de proveedores locales.
Ante este problema, Simbort junto a un grupo de investigadores de la Universidad Católica San Pablo, vienen desarrollando un sistema de aislamiento sísmico de bajo costo, que permitirá abaratar la fabricación de aisladores y ayudará a extender su uso en zonas vulnerables del país.