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“El Perú no es un botín, es una promesa por construir”

Historiador arequipeño Eusebio Quiroz Paz Soldán, reflexionó sobre el bicentenario y nos recuerda que “la nacionalidad no la da un pasaporte sino el amor por nuestra tierra”.

Por: Jhonny Pineda

Si hay alguien que tiene una idea clara de cómo ha cambiado el sentimiento patriótico luego de 200 años de vida republicana, es el destacado historiador arequipeño, Eusebio Quiroz Paz Soldán. Aquí algunas de sus reflexiones al celebrar el bicentenario de nuestro país.

Al inicio la República, el amor por el Perú era un sentimiento muy intenso y se evidenció, no solo el día de la declaratoria de independencia, también en el patriotismo demostrado por valerosos peruanos.

“Ser peruano al inicio de la República, era ser patriota, pues era ser partidario de que el Perú fuera independiente de España. Esa fue la gente que firmó en Lima el acta de Independencia. Es la gente que asistió y derramó lágrimas cuando el 28 de julio, San Martín dijo que el Perú era libre e independiente”, señala el historiador.

Refiere que este amor se demuestra en el patriotismo de José Olaya, Mariano Melgar, Túpac Amaru, Micaela Bastidas o María Parado de Bellido, pues este querer no era solo un atributo masculino. Todos ellos estaban convencidos de estar al lado de quienes querían la libertad e independencia.

Aclara que en esta gesta, participó gente de todas las clases sociales, incluso clérigos que eran criollos y otros ilustrados que seguían las ideas de Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, quien en 1790, escribió la carta dirigida a los españoles americanos y luego agregó seis cartas, evidenciando el surgimiento de la conquista nacional.

Quiroz Paz Soldán, comenta que estaba extendido el sentimiento de que el territorio donde se había nacido “era la patria, era su familia, era su país, era su nación”.

No es bueno deshacerse de lo que es propio

No obstante, la globalización abrió un nuevo escenario donde, la nacionalidad de la persona ya no tiene el mismo peso, pues en un mundo globalizado, la gente se identifica con ciertos elementos simbólicos que pertenecen a la cultura general, es decir, a futuro dará lo mismo que uno nazca en un lugar u otro.

“No creo que sea bueno deshacerse de lo que es propio. El doctor Víctor Andrés Belaunde, afirmó que la patria es nuestro territorio y también nuestros muertos, es decir, nuestros lazos con nuestros ancestros. Debemos tener consciencia clara de que la nacionalidad no te la da un pasaporte, sino el amor que sientes por tu tierra, sus costumbres y tradiciones”, enfatiza.

IMPORTANTE
Al recordar los 200 años de vida republicana, Don Eusebio Quiroz Paz Soldán, propone una gran cruzada para creer y querer al Perú; volver a la enseñanza de la Historia del Perú, la Educación Cívica y la práctica de la Constitución en el colegio y hogar.

También asegura que uno no dará la vida por algo que no ama. “Grau antes de partir al sur, se confesó ante Francisco Paz Soldán, sabiendo que iba a su última misión. No olvidemos que Bolognesi, murió disparando su revólver en el morro de Arica, diciendo que no hay que rendirse y gritando ¡viva el Perú! También, Alfonso Ugarte se despeñó con su caballo en el morro de Arica indicando a los chilenos que no tocarían ni la cola de su caballo”, recuerda.

La profunda vinculación con la patria, según dijo el historiador, no es emocional o pasajera; es un sentimiento intenso de amor por lo que es nuestro, de identificación con el lugar donde uno ha nacido. “Si no nos emociona oír un yaraví o la devoción por la virgen de Chapi, entonces perdemos los lazos con todo”, dice.

El historiador considera que es riesgoso que no se cultive esos lazos en nuestros niños y jóvenes. “Ellos deben tener la idea de lo que es el país. El Perú no es un botín, es una promesa por construir y, por lo tanto, los enemigos de esa promesa son los podridos, los congelados y los incendiados, eso lo dijo Jorge Basadre, en su libro Perú, problema y posibilidad”, aclara.

Ahora que conmemoramos el bicentenario del Perú, exhortó a los adultos a sembrar valores en los niños y a consolidar la unidad de la familia, porque de no hacerlo nos ganará “la civilización del espectáculo”, que nos conducirá a identificarnos con nada.

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