En nuestro país, por lo general las obras públicas no solo tienen problemas de calidad sino de utilidad. Eso, sin dejar de lado las sospechas de corrupción por las famosas adendas o ampliaciones de contrato para resolver los problemas que se encontraron en el camino o atender “adicionales” que no fueron considerados en el expediente técnico del proyecto.
Como sostiene el docente de la Maestría en Dirección de la Construcción de la Universidad Católica San Pablo, Roberto Acero, en los proyectos estatales se prioriza el bajo costo y eso, en muchos casos, puede condicionar un adecuado diseño del proyecto, así como el uso de materiales y tecnología (de construcción), que impactarán finalmente en la etapa de operación de la obra.
Es por eso que aún se usa asfalto flexible en las carreteras que soportarán fuertes lluvias por las condiciones climáticas, cuando debería emplearse una pavimentación de concreto que garantice un mayor tiempo de vida. Y no solo eso, en otras ocasiones no se prevé que el proyecto se adapte a los requerimientos futuros una vez que entre en funcionamiento.
Todas estas dificultades se pueden superar y hasta evitar si se incorpora el modelo de gestión integrada, utilizado en la construcción de la infraestructura para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en todos los proyectos de inversión pública.
“Lo que propone la gestión integrada es que no solo se construya en menor tiempo un hospital, un mall o una carretera, sino que se entienda la necesidad que se debe resolver y se brinde para ello las mejores alternativas. Es decir, considerar aquellas intervenciones adicionales [en el momento oportuno] que hagan no solo más rentable el proyecto sino que permitan ampliar la capacidad de servicio o atención de la infraestructura”, explicó.
Roberto Acero, comentó que el enfoque de gestión integrada, también conocido como VDC (Virtual Design and Constrution), habría sido muy útil para sacar adelante el proyecto Majes Siguas II, que se mantiene paralizado desde diciembre del 2017. “Las mejoras tecnológicas, que según el concesionario de la obra son necesarias, se habrían identificado en el diseño del proyecto y no se tendría que paralizar para analizar la modificación [del contrato] y todo lo que ello implica. Eso repercute en una mejor transparencia y se elimina la corrupción”, detalló.
Roberto Acero, quien además está certificado en el uso de VDC por la Universidad de Stanford, aclaró que este modelo colaborativo de proyectos se sostiene sobre cuatro pilares. El primero, es el uso de herramientas tecnológicas que permitan optimizar los procesos de diseño y construcción de proyectos. “La industria de la construcción es la más relegada en el uso de tecnología y ahora disponemos de la tecnología BIM, que nos permite diseñar la construcción de manera virtual, de tal forma que allí se corrigen los errores y superan las dificultades que pudieran existir en la realidad. Eso hace que el proceso constructivo sea más rápido y eficiente, y se eviten los adicionales”, agregó.
El segundo pilar es diseñar el proceso constructivo, lo cual permitirá optimizar los plazos de ejecución y eliminar los desperdicios de materiales. El tercer pilar comprende la gestión integrada o también denominada “ingeniería concurrente”, que posibilita el trabajo articulado de todos los profesionales vinculados al diseño, ejecución y operación del proyecto. De esta forma, se resuelven los problemas que pueden presentarse y se deja de lado el “tradicional diseño de proyectos por separado, de acuerdo a cada especialidad”.
El quinto pilar, es el uso de métrica. “Con el uso de métrica se puede optimizar los costos y tiempos, en función de lo que el cliente necesite”, refirió Acero.
Por último, ¿de qué depende ampliar el uso del modelo de gestión integrada en los proyectos de inversión pública?, en opinión de Roberto Acero, se debe fomentar la colaboración de la empresa privada con el sector público y después, potenciar el uso de nuevas tecnologías vinculadas a la industria de la construcción.
Además, dijo que un buen avance es la normativa en el uso del BIM emitida por el Ministerio de Economía y Finanzas. Después de eso, se debe apuntar a corregir las deficiencias que existen al interior del Organismo Supervisor de Contrataciones del Estado (Osce), ya que el actual modelo (de contratos con el Estado) está enfocado en la desconfianza y en lugar de ello, se debería promover “contratos colaborativos”, entre todas las partes involucradas en la ejecución del proyecto.
No en vano, el modelo de gestión integrada que también se implementó en el Plan de Reconstrucción con Cambios en el norte del país, se realiza —por ahora— bajo el acuerdo de Gobierno a Gobierno (entre Perú y Reino Unido) y no pasa por el Osce, por lo que maneja su propio esquema de contrataciones y gestión de proyectos.